Ashleigh Skaalen: Buenos días y bienvenidos a la Convocatoria a Dar las Gracias del año 2024 en Mayo Clinic. Este año se cumplen 40 ceremonias anuales para celebrar y agradecer a nuestros donantes y sus familias. Mi nombre es Ashleigh Skaalen y soy una de las coordinadoras del Programa de Mayo Clinic para donación de cuerpos a la ciencia. Tengo un par de comentarios antes de empezar. Si aún no lo han hecho, por favor, apaguen el celular o póngalo en silencio. Tomen también nota que estamos filmando este servicio y que los fotógrafos de Mayo estarán tomando fotos. Por lo tanto, pedimos no tomar fotos ni filmar el servicio con dispositivos personales. Hicimos un pequeño cambio en el servicio. Como verán en el programa, el Dr. Gustavo Knop lamentablemente no estará presente. Él hace trasplantes. Lo llamaron y no podrá dar su discurso el día de hoy.

Quiero agradecer a todos por unirse a nosotros para reconocer y apreciar la generosa donación que todos sus seres queridos hicieron a Mayo Clinic para ayudar con la misión de educación e investigación. Es la primera vez desde el año 2019 que podemos reunirnos en persona.

Es magnífico poder mirarles a la cara, hablar con todos, apretarles la mano o darnos un abrazo mutuo.

Esta ceremonia está dedicada a quienes en la muerte prestaron un servicio a los vivos. Con su último regalo conmiserativo, cada uno de nuestros donantes participó en una gran labor humanitaria y educativa. Hoy, honramos su memoria y reconocemos su generosidad. Gracias a la generosa donación de sus seres queridos, cientos de estudiantes de la Escuela de Medicina Alix de Mayo Clinic y de los programas de Ciencias de la Salud en Mayo Clinic pudieron aprender los intrincados detalles del cuerpo humano.

A medida que hoy escuchen a los estudiantes, espero que vean cómo aquella generosidad de sus seres queridos beneficiará eternamente a la humanidad. Este beneficio se refleja no solo en la calidad de la atención médica que prestarán a los pacientes, sino también en la calidad de la instrucción que impartirán a los alumnos que seguirán sus pasos.

Además de la instrucción académica de nuestros estudiantes de Medicina y Ciencias de la Salud, son muchos los médicos y los residentes que también se han beneficiado enormemente. Esto se logra mediante programas educativos enfocados que sirven para mejorar la práctica de la medicina.

Para muchos de ustedes ha sido largo y difícil soportar el duelo durante los meses o el año desde que falleció su ser querido. Han pasado ocho años desde que estuve donde están hoy ustedes y vi esta increíble ceremonia para mi ser querido. Dado que han aguardado esta ceremonia que les ayudará a cerrar el ciclo del duelo, espero que al escuchar las presentaciones no solo encuentren consuelo y fortaleza en las palabras, sino que también puedan salir de esta ceremonia con un sentimiento de orgullo y el más grande aprecio por el altruista regalo hecho por sus seres queridos. Tengan la seguridad que este legado permanecerá vivo en estos estudiantes y en los futuros profesionales de atención médica. La ceremonia de la convocatoria de aquel entonces me dio mucha satisfacción y paz, así que espero que hoy haga lo mismo por ustedes y sus familiares. Nuevamente, gracias de todo corazón.

Laine Skadsem: Buenos días y bienvenidos. Me llamo Laine Skadsem y soy una de las coordinadoras de donantes en el Programa de Mayo Clinic para la donación de cuerpos a la ciencia. Donar el cuerpo a la ciencia es un acto altruista. Es un sacrificio. Es el fin de un ideal respetable. Es el último acto que una persona puede realizar por la humanidad, es un regalo genuino y noble que no solo procede del donante sino también de la familia. La ceremonia de hoy es para honrar y agradecer a nuestros donantes y a sus familiares por permitirnos aprender, construir cimientos médicos, practicar cirugías y procedimientos e imaginar el futuro de la industria de la atención médica. Es una medida audaz para alcanzar las estrellas.

Quiero compartirles un extracto de la obra musical de Broadway en 1965, el Hombre de la Mancha. La canta Don Quijote y se titula “Sueño imposible”. Soñar lo imposible soñar, vencer al invicto rival, sufrir el dolor insufrible, morir por un noble ideal. Saber enmendar el error, amar con pureza y bondad, creer en un sueño imposible, con fe una estrella alcanzar. Ese es mi afán y lo he de lograr, no importa el esfuerzo, no importa el lugar, saldré a combatir, y mi lema será defender la virtud, aunque deba el infierno pisar. Porque sé que si logro ser fiel a tan noble ideal, dormirá mi alma en paz al llegar el instante final. Y será este mundo mejor porque yo, sin rendirme jamás busqué en mi sueño imposible, poder una estrella alcanzar.

El ideal de sus seres queridos, desde el momento de su concepción hasta su último aliento, narró una historia. Tal vez tuvieron una infancia difícil. Tal vez tuvieron mucha fortuna. Tal vez les diagnosticaron cáncer. O tal vez enfrentaron retos que, en gran medida, pusieron a prueba su fe. Cualquiera que haya sido su camino, cada arruga, cada cicatriz, cada marca contó una historia. Cuando llegaron a nuestras manos, tuvimos el privilegio de convertirnos en parte de su historia. Pasamos a custodiar su ideal. Y dentro de ese ideal, los estudiantes de medicina, los médicos residentes y fellows, así como los profesionales de la práctica clínica y de la investigación pudieron avanzar sus carreras, motivo por el que el mundo será mejor. Entre el personal que tuvo el honor de cuidar a sus seres queridos están la Dra. Nirusha Lachman, catedrática de anatomía y directora del Departamento de Anatomía Clínica; el Dr. Wojciech Pawlina, catedrático de anatomía; el Dr. Punnose Kattil, profesor agregado de anatomía; la Dra. Yolanda Salinas-Álvarez, profesora agregada de anatomía; la Dr. Uma Pandalai, médica fellow en anatomía; Jonathan Torrens-Burton, administrador operativo; Dawn Freshwater, coordinadora del Programa para donación de cuerpos a la ciencia; Ashleigh Skaalen y yo, coordinadoras de donantes, junto con los antiguos coordinadores de donantes Cassie Fortsch, Andrew Wilhorn, Karen Mills, Andrew Kennicutt, Jodie Finstuen, Danielle Millen; Karen Oscarson y BriAnna McCabe, asistentes de laboratorio; Eric Sheahan y Kevin Ness, especialistas en medios de comunicación.

No basta con agradecer el increíble regalo de la donación de su ser querido. Pero esperamos que a medida que hoy escuchen a estudiantes y médicos, vean cuán agradecidos estamos en Mayo Clinic y el impacto que esto tiene no solo en nuestras vidas, sino en las de los futuros pacientes. Gracias.

Helga Olson: Buenos días. Me llamo Helga Olson y soy una de las instructoras del Programa para Primeros Asistentes Quirúrgicos Es un solemne honor y un enorme privilegio estar hoy frente a ustedes para expresarles nuestra más profunda gratitud por cada una de las donaciones recibidas de sus seres queridos. Cada donación constituye un acto de extraordinaria generosidad, un compromiso altruista para ampliar las fronteras del conocimiento y la medicina. Estos preciados regalos son la piedra angular de nuestros programas educativos y proveen una invalorable oportunidad educativa a nuestros estudiantes y médicos, tanto residentes como fellows. A través del altruismo de la donación, nuestros primeros pacientes se convierten en los mejores maestros e imparten lecciones inalcanzables con libros de texto y conferencias. Es un regalo que siempre será valorado, no solo por Mayo Clinic sino por innumerables pacientes cuyas vidas influirá y transformará a través del conocimiento obtenido con este generoso acto.

No obstante, detrás de cada donación hay una historia personal, un legado de amor y una familia en luto. Hoy, honramos y presentamos nuestro reconocimiento a las familias de los donantes, cuyo inquebrantable apoyo y comprensión hicieron posible estos regalos. La decisión de sus seres queridos respecto a donar refleja los valores y las virtudes inculcadas en ellos por sus familiares. Estamos eternamente agradecidos por eso. Entendemos el sacrificio hecho y el profundo impacto que sus contribuciones tendrán sobre el futuro de la medicina. El legado de cada uno está en nuestro trabajo diario porque nos inspira a buscar la excelencia y la compasión en todos los aspectos de la atención al paciente y la práctica quirúrgica. Presentamos nuestro sincero agradecimiento y más sentido pésame a todas las familias aquí reunidas y a quienes no pudieron venir. El altruista acto de generosidad de sus seres queridos será valorado y recordado no solo dentro de Mayo Clinic, sino a través de la influencia y transformación que los avances logrados por estas contribuciones hicieron en la vida de innumerables pacientes y familias.

Para terminar, reflexionemos un momento sobre el enorme impacto del noble acto de donar. Honremos a estas extraordinarias personas con nuestro compromiso de buscar la excelencia y la compasión en todos los aspectos de nuestras vidas. Que su legado nos sirva de inspiración y nos guíe para luchar por un mundo donde la bondad, la empatía y la generosidad prevalezcan. Agradezcamos de corazón su extraordinaria generosidad y altruismo. Gracias.

William Chow: Me llamo William Chow y soy estudiante de primer año de Medicina aquí en Mayo. Hoy, tocaré al piano el Impromptu No. 3, Op. 90 de Franz Schubert. [Piano]

Jackson Adamowicz: Buenos días a todos los familiares, amigos y allegados. Me llamo Jackson Adamowicz. Soy estudiante de primer año en el Programa de Doctorado en Fisioterapia. Me presento ante ustedes no solo como estudiante, sino también como beneficiario de uno de los más grandes regalos recibidos en mi trayectoria hacia convertirme en un profesional de la salud. Cuando solicitaron voluntarios para este evento, me sentí más que dispuesto a compartir con ustedes la profunda huella que esto dejó en mí. Ha sido parte integral de mi educación, y la generosidad de sus seres queridos me ha llegado al alma. Al iniciar la escuela de fisioterapia, lo primero que los estudiantes de primer y segundo año comentan es acerca de la cantidad de trabajo que hay en el curso de anatomía del primer semestre. Mi problema personal es que nunca he podido ver ni entender las imágenes bidimensionales, como fotos o ilustraciones en textos y presentaciones. Como supondrán, debido a este problema, me sentía un poco abrumado por el gran detalle de las imágenes en los textos y las presentaciones orales. Pero en el laboratorio de anatomía, tuvimos la oportunidad de realmente meternos de lleno e incrementar nuestro aprendizaje de manera nunca vista. De pronto, todo cobró sentido para mí. En el laboratorio, también aprendí mucho más que solamente la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano. Aprendí a apreciar la complejidad de nuestro asombroso cuerpo y, quizás lo más importante, la increíble generosidad del espíritu humano. Todos los donantes se convirtieron en silenciosos maestros que guiaban mis manos, corazón y mente a través de las complejidades de la anatomía humana. Esas experiencias fueron la base para no solo adquirir conocimiento, sino forjar mi manera de atender al paciente. Ver los detalles del cuerpo y entender cómo se conectan e interaccionan los músculos, los nervios y los vasos sanguíneos inculcó en mí un profundo respeto por la figura humana y las complejidades de la vida.

La donación de sus seres queridos me permitió practicar y refinar mis habilidades de una manera imposible de igualar con libros o simulaciones. Ellos fueron parte de mi aprendizaje sobre la importancia de la precisión, la empatía y la búsqueda continua de la excelencia en la atención médica. A medida que los estudiantes y los profesionales de atención médica continuamos nuestras carreras en el área de la salud, estamos muy conscientes del regalo recibido gracias a su generosidad y la de sus seres queridos. Tengan la seguridad de que reconocemos y recordamos la contribución de sus seres queridos en cada paso que damos para que otros recuperen la salud.

Gracias por este incomparable regalo educativo y de superación. Es el legado que continuará cambiando vidas más allá de las paredes de estas aulas y clínicas. Gracias.

Jocelyn Nelson: Buenos días a todos. Me llamo Jocelyn Nelson. Soy estudiante de primer año en el Programa para Doctorado en Enfermería Anestesista. Quiero agradecer la presencia de todos aquí, y sé que algunos tuvieron que viajar hasta Rochester en este hermoso fin de semana primaveral. Mi más grande agradecimiento es para cada uno de los familiares que mutuamente se apoyaron para tomar la decisión de hacer este maravilloso regalo. Conozco muy bien ambos lados de la ecuación. El año pasado estuve celebrando la vida de un familiar y hoy, estoy aquí agradeciéndoles como estudiante. Me gustaría leer un poema de Maya Angelou, titulado “Cuando los grandes árboles caen”. Cuando los grandes árboles caen, las rocas en distantes colinas tiemblan. Los leones se agachan detrás de los altos pastos e incluso los elefantes buscan con torpeza estar a resguardo. Cuando los grandes árboles caen en los bosques, las pequeñas cosas se tapan de silencio. Sus sentidos quedan desgastados más allá del miedo. Cuando las grandes almas mueren, el aire a nuestro alrededor se vuelve ligero, raro, estéril. Respiramos apenas; nuestros ojos apenas ven con una claridad que duele. Nuestra memoria, de pronto agudizada, examina, rumia en las palabras bondadosas no dichas, los prometidos paseos que no dimos. Las grandes almas mueren y nuestra realidad, pegada a ellas, también se retira. Nuestras almas dependientes de su alimento ahora se encogen y marchitan. Nuestras mentes formadas e informadas por su brillo se abandonan. No nos volvemos locos, más bien nos reducimos a una ignorancia indecible de oscuras y frías cuevas. Y cuando las grandes almas mueren, después de un tiempo la paz florece lentamente y siempre con irregularidad. Los espacios se llenan con una especie de confortante vibración eléctrica. Nuestros sentidos restaurados, nunca los mismos otra vez, nos susurran. Existieron. Ellos existieron. Podemos ser. Ser y ser mejores. Porque ellos existieron. Gracias.

Alec James: Buenos días a todos. Me llamo Alec James y formo parte del Programa para Primeros Asistentes Quirúrgicos. Creo que la mejor manera de expresar hoy mi agradecimiento a cada uno de ustedes es mediante la poesía. Por eso, decidí escribir un poema titulado “Las muchas maneras en que fluye un río”. Un abrazo cariñoso, un corazón compasivo, huellas profundas que nunca nos dejarán. Una onda en el agua, una ola surcando hacia tierra. El amor trasciende todo límite como una mano extendida. Ante la desesperación que sentimos al no poder nadar, levantemos la cabeza porque los recuerdos nunca se apagan. Igual que la tranquila orilla o la inmensa cascada, siempre encontraremos paz en el corazón de aquellos a quienes recurrimos. Igual que un río fluye como una cinta por su apacible y sereno cauce, es a ustedes a quienes debemos agradecer por esta maravillosa ofrenda encomendada. La belleza en el aire es tan suave como el arroyo. Estamos más que agradecidos porque cada historia es única. Nuestros corazones se desbordan inundados por la fuerza de la dádiva. Y con esta preciada piedra en mano, nunca quedarán a la deriva. Dejemos que el río de la vida fluya profundo en todos y que nuestros recuerdos sean las piedras para esta celebración de vida y amor que, como el río, su huella dejó.

Mark: Hola y bienvenidos todos. Me llamo Mark. Soy estudiante de primer año en el Programa de Doctorado en Fisioterapia. Hoy, voy a tocar una pieza de guitarra titulada “Algo azul” por el compositor y

guitarrista Kenta Yago. [Pieza de guitarra]

Jackson Bloch: Buenos días. Me llamo Jackson Bloch y soy estudiante de primer año de medicina. Gracias por la oportunidad de hablarles hoy. Cuando empecé la escuela de medicina, esperaba que mis maestros me enseñaran la ciencia de la medicina. Obviamente, su función era enseñar. Pero nunca esperé que los pacientes me enseñaran tanto acerca del significado de la medicina ni que me revelaran las cualidades que espero cultivar en mi camino hacia esta profesión. Me gustaría reflexionar un poco sobre las contribuciones de mis primeros pacientes, aquellos donantes a nuestra clase de anatomía a quienes hoy recordamos. Al principio, la anatomía significaba memorizar largas listas de estructuras anatómicas. Ese conocimiento es fundamental. Una parte se puede aprender en los textos. Aunque, con el tiempo, empecé a prestar atención. Presté atención no solamente a los nombres de los músculos, los nervios y las arterias, sino a sus hermosos patrones e infinita complejidad. Esa complejidad nos permite funcionar. Nos hace vulnerables y nos ayuda a sanar, algo imposible de aprender en un libro. Me doy cuenta que los donantes estaban enseñándonos sobre el delicado matiz y la resiliencia de nuestros propios cuerpos. Considero que estas enseñanzas son muy propias de su magnífico regalo. Ahora creo que el tiempo que pasamos con los donantes no fue para dominar la anatomía. Fue, más bien, para aprender que el respeto a los pacientes consiste en prestar atención y observar, en estar presente junto a ellos. Con mis pacientes, tengo la responsabilidad de mantener la curiosidad por sus refinados detalles, patrones fundamentales y nuevas interrogantes. Nuestro conocimiento es limitado, tanto en lo personal como en lo científico, y según me empeño en entender mejor, debo siempre mantener la humildad porque estoy en una profesión llena de maravillas e inspiración si tan solo invierto tiempo en buscarlas.

El regalo que los donantes hicieron a nuestros programas es excepcional. Espero que al esforzarnos por integrar muchas de sus lecciones en la atención de los pacientes, mis colegas y yo ayudemos a que esas contribuciones perduren. Gracias.

Ruthy Xu: Buenos días a todos. Me llamo Ruthy Xu. Soy estudiante de primer año de medicina. Es un honor para mí compartirles mis anécdotas y expresarles mi gratitud por el trabajo hecho con los donantes. Crecí en un barrio de una de las ciudades más grandes de la China. Me criaron principalmente mis abuelos porque mi madre a menudo estaba de guardia y mi padre siempre viajaba por negocios. Mi abuela fue una mujer de pocas palabras y catedrática de microbiología, a quien durante la Revolución Cultural enviaron a las tierras de cultivo que debían reformarse. Tenía mucha personalidad. Tengo gratos recuerdos de cuando ella me llevaba de la mano al jardín de infantes. Recuerdo una vez cuando a la hora de la siesta, me aterrorizó un insecto que caminaba por el techo. Ella me tranquilizó, me dijo que no era nada y, luego, empezó a vociferar sobre todas las enfermedades infecciosas que los insectos transmiten. Quizás haya sido mórbido, pero eso fue extrañamente tierno y reconfortante para mí. Aquellos también fueron los días de mi infancia en los que se cimentaron los valores para mi trabajo con donantes. Mi abuela me contaba sus anécdotas sobre la investigación y la medicina, a veces, con temas sobre el trabajo con los donantes, a quienes siempre llamaba maestros. A medida que crecía, escuchaba esa palabra una y otra vez. En septiembre de 2023 fue la primera vez que entré a un laboratorio de anatomía. Estaba emocionada y nerviosa. Sentía la emoción de aprender. Estaba segura de mis valores. Sabía cómo iría este curso. Pero estaba nerviosa. ¿Cómo iba a ser todo esto en la realidad? ¿Cómo iba yo a trabajar bien con los donantes? Los primeros días pasaron volando mientras aprendíamos los músculos de la espalda, pero cuando empezamos a aprender sobre brazos y manos, me sentí más nerviosa. Las manos son algo tan íntimo y una característica muy propia del tapiz que es nuestro cuerpo. Recuerdo que durante una clase, yo buscaba los pequeños músculos interóseos de la mano que permiten abrir y cerrar los dedos. Levanté la mano del donante con las mías y apoyé suavemente mis dedos sobre su palma. Vi las finas líneas, las arrugas, las manchas que solo pudieron aparecer después de una vida bien vivida. De pronto, todo cobró sentido. Fue en ese momento cuando se desplegó ante mis ojos una vida llena de historias y sentí que estaba frente a un maestro que me llevaba a la escuela de la mano, como lo hizo mi abuela, y compartía conmigo su vida y su sabiduría de manera similar a muchos de mis mentores a través de los años. Desde entonces, llevo conmigo los conocimientos anatómicos a las labores clínicas y a la observación del trabajo para entender mejor el cuerpo humano. Pero lo que más perdura en mí es aquel inmenso respeto, gratitud y conexión. Pienso en la confianza y la vida que los pacientes ponen en mis manos como futura médica y mi único anhelo es ser capaz de marcar la diferencia. Hace poco hice una videollamada con mi abuela. Como mujer de pocas palabras, tan solo me dijo: “Haz el bien”. Me pregunto si sus seres queridos, mis maestros, también me dirían lo mismo. Gracias.

Sarah Loken: Buenos días. Me llamo Sarah Loken y soy estudiante del Programa para Enfermería Anestesista. Por casi ocho años antes de empezar este programa, trabajé aquí como enfermera en las unidades de cuidados intensivos Entre mis más gratos recuerdos está el trabajo realizado con pacientes y familiares para ayudar a que tuvieran una experiencia digna al dejar este mundo. En esos momentos, solía pedir a los familiares que me hablaran sobre el paciente, puesto que casi nunca era posible conocerlo de la manera que me habría gustado. Preguntaba qué le gustaba y cómo iban a recordarlo. ¿Qué le hacía reír? ¿Qué dificultades afrontó, qué particularidades tenía, qué música le gustaba, qué anécdotas contaba y qué más podían decirme? Escuchar a la familia hablar sobre el paciente me daba una perspectiva de la persona a quien yo atendía. Por lo general, nos servía de consuelo a la familia y a mí, que era la enfermera a cargo de su cuidado. Aquí, empezamos con anatomía y me emocionaba meterme de lleno en la materia para realmente entender bien el cuerpo por primera vez. Aprendí, no cabe duda. Pero también me interesé por la persona, no solo por su cuerpo, sino por cómo fue. Mientras hablábamos de los músculos que controlan las expresiones faciales, yo me preguntaba qué les habría hecho sonreír a los donantes. Al ver sus cuerdas vocales, imaginaba su voz, las palabras que usaban y las canciones que entonaban. Al ver sus pies, me preguntaba dónde habrían ido. Al ver sus manos, hacía conjeturas sobre el trabajo que habían hecho. Pensaba en qué vieron sus ojos, qué lágrimas derramaron. Al aprender sobre el cerebro, especulaba en qué habrían sido expertos, qué habrían aprendido de los errores cometidos, a quiénes habrían amado y qué recuerdos habrían compartido con otros. Reflexionaba sobre aquel interés en la ciencia y la medicina que les llevó a donar altruistamente su cuerpo para que alguien, como yo, pudiera aprender. Quiero que sepan que siempre que trabajamos con donantes, los tratamos como personas y les agradecemos. En mi trayectoria profesional, mi comprensión del cuerpo humano ha aumentado exponencialmente, junto con mi curiosidad por quiénes fueron estas personas y las vidas que tuvieron. Les agradezco por haber compartido conmigo a sus seres queridos, no solo para que yo aprendiera, sino para inspirarme en el legado dejado por ellos aún después de su partida. Gracias.

Zerahiah Joseph: Buenos días. Me llamo Zerahiah Joseph y soy estudiante de primer año de medicina. Voy a presentarles “Oh, cuánto nos ama Él a ti y a mí”, un himno preparado por Bill George y Dino Kartsonakis. [música de piano]

Tucker Diamond-Ames: Hola. Me llamo Tucker Diamond-Ames y soy estudiante de primer año de medicina. Es un honor y un privilegio para mí hablar hoy sobre algunos de los donantes.

Elyse Hayes: Hola. Me llamo Elyse Hayes y soy estudiante de primer año en el Programa para Doctorado en Fisioterapia. Al mencionar los nombres, espero honrar a cada uno de ustedes y a sus seres queridos.

Elizabeth Ingersent: Hola. Me llamo Elizabeth Ingersent. Soy estudiante de primer año de medicina. Ahora, leeremos los nombres de los donantes. [lectura de los nombres]

Con esto concluye la lectura de los nombres.

Andy Tom: Buenos días a todos y gracias por venir. Me llamo Andy Tom. Soy estudiante de primer año de medicina. Antes de estudiar medicina, estuve casi diez años en el Cuerpo de Infantería de Marina del Ejército de los Estados Unidos. Es un privilegio para mí recibir y presentar a la guardia de honor del puesto 92 de la Legión Americana. [música de la guardia de honor]

Zach Lovig: Buenos días. Me llamo Zach Lovig, soy capellán en Mayo Clinic y presto servicio a niños y adultos en cuidados paliativos. Conozco de cerca la muerte y sé que el tiempo no determina el significado de una vida. Tampoco hay preparación que permita evitar el duelo. Como sé cuán importantes son estos momentos, es un privilegio para mí agradecer a todos los que contribuyeron a esta Convocatoria a Dar las Gracias, desde los presentadores hasta quienes estuvieron tras bastidores; les agradezco por darnos un lugar y un momento para recordar a estos queridos donantes e inspirarnos a continuar con su legado. En momentos de conmemoración y duelo, el valor y la necesidad de las conexiones que compartimos adquieren un nuevo significado. A ustedes, las familias reunidas en recordación, quienes pertenecemos a Mayo Clinic solo podemos contar una parte de su historia. Es un hecho que al terminar la labor de sus seres queridos con nosotros, los estudiantes llevarán con ellos los detalles y los pormenores del cuerpo y del espíritu humano a fin de prestar servicio y apoyo a los demás. Durante su regreso a casa, imaginen lo importante fue la vida de sus seres queridos que puede llegar a otros y dejar huella a través del trabajo de los estudiantes que van convirtiéndose en profesionales de la atención médica. Intenten recordar algunas de las caras que vieron hoy. Imagínenlas cumpliendo con su trabajo gracias a quienes ustedes llevan en el corazón. Ese es el regalo incomparable que su familia hizo. Ahora que la labor de sus seres queridos con los alumnos llega a su fin, esperamos que ustedes continúen valorando su recuerdo y su vida, y que permitan que sean guías para otros y un punto de apoyo para quienes se crucen en su camino. Al continuar reflexionando sobre la vida de los seres queridos a quienes recuerdan, hagamos una pausa y, si lo desean, cierren los ojos. Recuerden su sonrisa. Evoquen el sonido de su risa. Revivan uno de los mil momentos pequeños que hoy guardan en su corazón y recuerden quiénes fueron y cómo, incluso ahora, les piden que sean su legado vivo. Dentro de esos preciados recuerdos personales de cariño y esperanza, lleven consigo las aspiraciones de ellos y las promesas hechas, y vean que todos los aquí reunidos somos mejores porque ellos caminaron con nosotros. No olviden que así como nuestras vidas son mejores gracias a ellos, indudablemente ustedes fueron importantes y una bendición para ellos. De esta ceremonia, llévense la esperanza y la celebración, y tengan presente la conexión que mantienen con ellos a través de los recuerdos y los deseos de ellos para ustedes a fin de que puedan modelar sus vidas según la de ellos, pero sin perder su propia esencia. Por favor, abran los ojos. Debemos compartir con otros el legado que nos dejaron y la esperanza depositada en todos nosotros. Gracias a que ustedes les conocieron, otros tendrán el privilegio de conocer su legado a través de ustedes. Junto a estos gratos recuerdos, esperamos llevar con nosotros lo mejor de aquello que recibimos. No hay mejor manera de honrar a sus seres queridos y de bendecir a otros en nombre de ellos. Nos reunimos hoy para enviarles a contar las historias de ellos y a emularlos entre ustedes. Piensen que sus familiares salvan vidas y alivian el dolor. Tengan la absoluta confianza en que la generosidad de ellos seguirá viva a través de muchos de estos estudiantes. La labor de sanación y duelo continúa para nosotros mientras nos dedicamos al futuro que, ojalá, podamos infundir de esperanza. Ahora que nos acercamos al final de esta ceremonia, no olviden prestar atención y agradecer por cómo ellos continúan vivos a través de ustedes y nosotros. Gracias. Aquí concluye la Convocatoria a Dar las Gracias y, ahora, les invitamos a unirse a los estudiantes y al personal para unos refrescos en las salas uno y tres, ubicadas a la izquierda de la puerta de salida y sigan los rótulos. Gracias y muchas bendiciones para ustedes ahora que concluye la ceremonia de conmemoración y agradecimiento.

Nov. 26, 2024