El Dr. Burchill es uno de los pocos médicos del mundo que se especializa tanto en la cardiopatía congénita en adultos como en la insuficiencia cardíaca y marca el camino hacia la creación de ese nuevo lenguaje. En su rol de presidente de la International Society for Adult Congenital Heart Disease (Sociedad Internacional para Cardiopatías Congénitas en Adultos), el Dr. Burchill colabora con la comunidad de esta enfermedad y un grupo selecto de expertos para crear el primer programa mundial con una ruta para la insuficiencia cardíaca producido por y para los adultos que viven con una cardiopatía congénita. Lo describe como "trazar una ruta que sirva de orientación para las personas que necesitan atención médica especializada para el tratamiento de la insuficiencia cardíaca, de modo que la reciban en el lugar y el momento indicados y se tengan en cuenta las necesidades cardíacas, mentales, sociales, emocionales, culturales y espirituales de cada paciente".
El Dr. Burchill es más que un médico de primera categoría: es un profesional dedicado a sanar. Según sus palabras: "El origen de la medicina reconoce que esta profesión es tanto una ciencia como un arte. Para la ciencia, somos médicos. Pero debemos recordar que la razón de ser de los médicos es ayudar a sanar. Ese es el arte de lo que hacemos".
Cuando el Dr. Burchill atiende a un paciente, lo primero que hace es reconocer que hay dos expertos en la sala. Está el especialista, que es experto en el tratamiento de la enfermedad. Y también está el paciente, que es experto en su propia vida. "Juntos podemos usar las fortalezas actuales para encontrar soluciones apropiadas para los pacientes a quienes les atendemos", agrega.
Dedicarse a sanar es algo natural para el Dr. Burchill. Es parte de su historia. Durante su infancia en Mooroopna, un pueblo en el sur de Australia cuyo nombre en lengua aborigen significa "agua profunda", el Dr. Burchill aprendió a cumplir con las tradiciones de sus ancestros. Una de ellas es una manera particular de escuchar, que él usa cuando trata a sus pacientes.
Escuchar con sumo esmero consiste en conectar el corazón y la mente. Es lo que vemos, lo que sentimos y lo que tocamos. Sentarse a hablar con una persona y escucharla conlleva una responsabilidad".
"Primero, escucho el corazón", dice en referencia a su trabajo con las cardiopatías congénitas en adultos. "Después, escucho con el corazón y al hacerlo, recurro a mi pasado aborigen y aplico lo que se conoce como escuchar con sumo esmero", explica. Es una técnica milenaria. Escuchar con sumo esmero consiste en conectar el corazón y la mente. Es lo que vemos, lo que sentimos y lo que tocamos. Sentarse a hablar con una persona y escucharla conlleva una responsabilidad".
El Dr. Burchill cumple con las tradiciones de sus ancestros y aplica aquello de escuchar con sumo esmero para encontrar indicios de enfermedades que antes se pasaron por alto. "Todas las semanas me encuentro con pacientes que me cuentan que se presentaron con síntomas, pero no les prestaron la debida atención. Les decían que todo estaba en su imaginación. Esta historia suele repetirse a lo largo de meses y años. A veces, durante toda la vida", comenta.
Una vez que el Dr. Burchill diagnostica a estos pacientes, dice que ocurre lo siguiente: "De repente, todo se aclara para ellos y confirman que no lo estaban imaginando. Muchos de mis pacientes tienen afecciones muy particulares que son difíciles de diagnosticar, pero cuando al fin reciben un diagnóstico, necesitan equipos de atención médica especializados y, en algunos casos, cirugías especiales". Al final, agrega: "Para esos pacientes, el tratamiento no fue solo la cirugía, sino también la confirmación de que el dolor en el pecho que sentían desde los siete años era real y que había una solución".
¿Qué cree el Dr. Burchill que depara el futuro? "Las técnicas de diagnóstico han sido fundamentales para la evolución de la atención de las cardiopatías congénitas. Usamos la ecografía, el ecocardiograma, la angiografía coronaria por tomografía computarizada y la resonancia magnética. Pero aún hay mucho que desconocemos acerca de qué lleva a la reducción de la función cardíaca. La próxima etapa consistirá en seguir desarrollando nuevas modalidades de obtención de imágenes que lleguen, incluso, a las células y los mecanismos celulares que contribuyen a la insuficiencia cardíaca", afirma.
Creo que lo que me trajo aquí es la trayectoria de tratamientos revolucionarios y el valor principal de que las necesidades del paciente son la prioridad".
Lo que también le parece apasionante al Dr. Burchill es la importancia de la voz. "Mis colegas han estado estudiando la voz como un biomarcador en sí mismo. En función únicamente de la voz de la persona, podría haber una gran sospecha clínica sobre la presencia de un nuevo problema del ritmo cardíaco. Es como si la voz fuera una huella que se puede seguir a lo largo del tiempo. Puede servir para conocer la salud general del corazón", explica.
"Jamás me imaginé que tendría alguna vez el privilegio de trabajar en Mayo Clinic", confiesa. "Creo que lo que me trajo aquí es la trayectoria de tratamientos revolucionarios y el valor principal de que las necesidades del paciente son la prioridad". El Dr. Burchill atiende esas necesidades no solo al escuchar el corazón de sus pacientes, sino también al escucharles con el corazón. Eso lo aprendió en su infancia en Mooroopna.
Aparte de por ser el primer cardiólogo de origen aborigen de Australia, ¿cómo le gustaría que le recuerden? "Por ser una buena persona", responde. "Pero me parece importante aclarar que ser bueno es, en realidad, una cuestión de fortaleza. La bondad requiere paciencia. Requiere generosidad, dignidad y firmeza. Así que la respuesta es: por ser una persona buena y fuerte a la vez. Así es como me gustaría que me recuerden".