Diagnóstico

Es posible que a un niño que ha sufrido sacudidas violentas lo tengan que examinar diferentes médicos especialistas, así como un experto en maltrato infantil.

El médico examinará al niño y hará preguntas sobre sus antecedentes médicos. Es posible que se necesiten diversas pruebas para detectar lesiones, como las siguientes:

  • Serie ósea. Puede usarse una serie de radiografías óseas, posiblemente que comprenda los brazos, las manos, las piernas, los pies, la columna vertebral, las costillas y el cráneo, para determinar si las fracturas son accidentales o intencionadas. Estas pruebas también pueden ayudar a detectar fracturas previas.
  • Examen ocular. Un examen ocular puede revelar sangrado y otras lesiones en los ojos.
  • Análisis de sangre. Algunos trastornos genéticos y metabólicos, así como trastornos de sangrado o de la coagulación, pueden provocar síntomas similares a los del síndrome del bebé sacudido. Los análisis de sangre pueden ayudar a descartar algunas de estas afecciones.
  • Resonancia magnética. La resonancia magnética usa un poderoso campo magnético y ondas de radio para crear imágenes detalladas del cerebro y la columna vertebral del niño. Puede detectar moretones, sangrado y signos de disminución de los niveles de oxígeno en el cerebro. Debido a la dificultad para realizar una resonancia magnética en un niño que no está estable, generalmente se hace dos o tres días después de la lesión.
  • Tomografía computarizada. Una tomografía computarizada usa imágenes de rayos X para brindar imágenes transversales del cuerpo. Una tomografía computarizada del cerebro puede ayudar a detectar lesiones que necesiten un tratamiento urgente. También se puede realizar una tomografía computarizada del abdomen para determinar si hay otras lesiones.

Según el grado de las lesiones, es posible que se necesite controlar al bebé en la unidad de cuidados intensivos pediátricos.

Tratamiento

El tratamiento de urgencia para un niño que ha sido sacudido puede consistir en asistencia respiratoria y cirugía para detener el sangrado en el cerebro. Algunos niños pueden necesitar medicamentos para reducir el edema cerebral y prevenir convulsiones.