Según Caroline Schlehuber, un páncreas artificial pondría fin a los pinchazos en los dedos, las lecturas del nivel de azúcar en sangre y las inyecciones diarias.
Caroline nunca pudo deshacerse de la diabetes. Estuvo allí en su primer día de escuela, en su primera comunión. Está allí cada Noche de brujas, cada Navidad, en todas sus vacaciones. Ha pinchado su dedo entre ocho y diez veces al día desde que tiene 3 años de edad, incluidos los seis cumpleaños que ha tenido desde que la diagnosticaron.
Entiende que no es su culpa que su cuerpo esté en su contra, que su sistema inmune haya atacado a sus células islotes productoras de insulina. Para citar a Caroline, "A la diabetes no le interesa cuán linda eres. A la diabetes no le interesa cuán bien juegas al fútbol. A la diabetes no le interesa quiénes son tus amigos o cuánto te ama tu familia".
Desde afuera, su vida parece perfectamente normal. Juega al fútbol, nada con sus amigos y asiste a partidos con su familia. Pero por detrás se encuentra el zumbido constante de la diabetes tipo 1, con supervisión del azúcar en sangre y ajustes en la insulina.
Sus padres, Tom y Michelle Schlehuber, están agradecidos por la medicación que salva la vida de su hija y las tecnologías que la mantienen con vida, pero rezan para que llegue el día en que Caroline no deba ingresar una vez más a la sala de emergencia, que su vida ya no esté dominada por medidores de glucosa y bombas de insulina.
Ese día puede estar más cerca de lo que imaginan.
Nuevas posibilidades
El camino hacia el descubrimiento es largo y está lleno de ideas que resultaron ser incorrectas. Los investigadores han visto en repetidas ocasiones ideas prometedoras que fallan al ser sometidas a métodos científicos rigurosos. La experiencia hace que la mayoría de los investigadores dude a la hora de utilizar esa temida palabra de cuatro letras: cura. En su lugar, utilizan eufemismos, como atención médica avanzada y mejores tratamientos.
Sin embargo, algo parece estar generando conmoción entre los investigadores de la diabetes. En ocasiones, esta palabra la pronuncian con más confianza. Algunos se están animando a afirmar que: “Ya no se trata de si encontraremos o no la cura para la diabetes, sino cuándo lo haremos”.
La razón para este optimismo se debe a que ya existe una cura comprobada. Los pacientes con diabetes tipo 1 que han recibido trasplantes de páncreas han visto desaparecer a su enfermedad por completo. Desafortunadamente, el trasplante requiere fármacos inmunosupresores de por vida, cuyos efectos secundarios pueden ser más peligrosos que la diabetes.
El éxito de los trasplantes demuestra que curar la enfermedad es posible. Pero, ¿cómo se llega hasta allí sin un trasplante total? ¿Sin los medicamentos? Los investigadores están avanzando con gran rapidez hacia la respuesta a estas preguntas. Es por eso que muchos creen que la carrera para encontrar una cura ya comenzó. Además, Mayo Clinic puede ser pionera en esto.
“Estoy realmente convencido de que este es el momento para vencer la diabetes, y mucho de lo que está pasando en Mayo es muy prometedor”, afirma el doctor en medicina Stephen J. Russell, subdirector de transformaciones en el Centro para Bioterapia Regenerativa de Mayo Clinic. “Sabemos que podemos convertir esta novedad en una realidad clínica”.
Construir un nuevo páncreas para un control estricto de la glucosa.
En Mayo Clinic, el licenciado en medicina y cirugía Yogish C. Kudva y el doctor y licenciado en medicina y cirugía Ananda Basu esperan transformar las vidas de personas como Caroline con un dispositivo de manos libres llamado páncreas artificial.
Funciona al igual que un páncreas biológico y utiliza un parche abdominal que mide el nivel de azúcar de manera continua. Luego, una bomba del tamaño de un localizador provee la cantidad exacta de insulina en el momento exacto. La precisión es fundamental debido a que los niveles anormales de azúcar pueden provocar complicaciones incapacitantes y mortales, como ataques cardíacos y apoplejías que pueden dañar los nervios, ojos y riñones.
El páncreas artificial liberará a las personas con diabetes de sus preocupaciones diarias por pinchazos en los dedos, controles sanguíneos e inyecciones. Muchas personas con diabetes ya cuentan con bombas de insulina, pero el páncreas artificial representa un cambio enorme debido a que minimiza la toma de decisiones del paciente.
Ansioso por el futuro, el doctor Kudva dice "estamos muy entusiasmados".
Al trabajar en sociedad con la Universidad de Minnesota, los investigadores en Mayo están desarrollando un novedoso sensor de azúcar en sangre constante para mejorar su rendimiento y utilidad. También están perfeccionando el algoritmo que controla la provisión de insulina para que pueda personalizarse para cada paciente.
En el próximo ensayo clínico, los investigadores de Mayo utilizarán información fidedigna de humanos con diabetes tipo 1 para predecir las necesidades de insulina, con lo cual dejarán de lado otros estudios que se han enfocado en simulaciones computarizadas. Para el año próximo, los doctores Kudva y Basu esperan evaluar los páncreas artificiales en el mundo real con pacientes que los utilicen durante semanas al integrarlos en sus vidas cotidianas.
Reemplazar células dañadas
El sistema inmunitario le declara la guerra a cualquier virus, bacteria u hongo que considera un intruso en el cuerpo. En el caso de la diabetes tipo 1 de Caroline, el sistema inmunitario ataca por error a las células islote del cuerpo, lo cual pone en peligro la habilidad del páncreas para controlar los niveles de glucosa en la sangre y liberar insulina.
El investigador de Mayo Clinic Yasuhiro Ikeda, D.V.M., Ph.D., está investigando un enfoque regenerativo de última generación para reemplazar estas células islote imprescindibles en el páncreas. Al intervenir en el poder del cuerpo de sanarse a sí mismo, el Dr. Ikeda está trabajando para generar nuevos islotes a partir de la piel o sangre del paciente diabético.
El proceso involucra extraer células del paciente y convertirlas en células madre. El Dr. Ikeda ha conseguido un importante avance en lo que respecta a estas células manipuladas a través de la bioingeniería, conocidas como células madre pluripotentes inducidas (iPS). En el laboratorio, logró hacer que estas se conviertan en células productoras de insulina que responden a la glucosa. La tecnología de las iPS y su promesa para la humanidad han sido reconocidas en 2012 con un Premio Nobel en fisiología o medicina.
"Nuestro futuro objetivo es crear islotes adaptados a partir de las iPS y luego introducirlos en el paciente", señaló el Dr. Ikeda.
El Dr. Ikeda ha mejorado los niveles de glucosa en la sangre en ratones con diabetes por períodos cortos utilizando esta tecnología prometedora. Sus próximos pasos son mejorar la respuesta de los islotes genéticamente modificados a las variaciones de la glucosa en la sangre y aumentar la cantidad de insulina que producen. Los estudios en humanos podrían comenzar en los próximos tres años.
Frenar el curso de la diabetes
Hay un problema que persiste incluso si los islotes perdidos pueden reemplazarse: el cuerpo del paciente podría rechazarlos a medida que el sistema inmunitario ataca a los islotes recién trasplantados.
Con respecto a esto, el doctor Ikeda cree que los avances recientes en la terapia génica son muy prometedores en la prevención de la reacción autoinmunitaria ante los islotes que marca el progreso de la diabetes.
"Si podemos inhibir la autoinmunidad, deberíamos ser capaces de inhibir la enfermedad", dice.
Para llegar a los islotes con gran precisión, el doctor Ikeda utiliza un virus leve que no enferma al paciente, llamado virus adeno-asociado (AAV), el cual se transporta mediante el torrente sanguíneo para depositar un gen que inhibe el ataque del sistema inmunitario en un área determinada.
El doctor Ikeda ya ha utilizado el gen, llamado interleucina-10, para prevenir la aparición de la diabetes en ratones propensos a la enfermedad. Ese logro lo llevó a perseguir un descubrimiento aún más desafiante: ¿cómo se puede detener la diabetes una vez que comienza la destrucción de los islotes?
"Una vez que la respuesta inmunitaria comienza, es muy difícil revertirla", comenta.
En la búsqueda de un descubrimiento histórico, el doctor Ikeda se concentra en interrumpir el progreso de la diabetes durante la etapa llamada "luna de miel". Este es el período crítico, de aproximadamente dos años en humanos, pero mucho más corto en los ratones de laboratorio que el doctor Ikeda está estudiando, durante el cual el sistema inmunitario diezma progresivamente los islotes del páncreas.
Si se puede interrumpir la diabetes con la anticipación suficiente, el doctor Ikeda cree que una cantidad crítica de islotes se preservará para mantener los niveles de insulina necesarios. Espera que los ensayos clínicos concentrados en este enfoque hacia terapias génicas pueda comenzar pronto.
Reiniciar el sistema
Otro tratamiento posible para la diabetes, llamado terapia celular, también procura proteger a los islotes del sistema inmune.
"Mi esperanza es reiniciar el sistema: prevenir que las células maten a los islotes, que los islotes se reparen y continúen con su vida" dice el doctor en medicina Allan B. Dietz, un investigador del Human Cellular Therapy Laboratory (Laboratorio de Terapias con Células Humanas) de Mayo Clinic, el cual es fundamental para los proyectos de medicina regenerativa de Mayo Clinic.
La terapia celular involucra el uso de células madre mesenquimales, las cuales pueden ser producidas en grandes cantidades a partir de una biopsia del tejido graso y la reinserción de estas células en el paciente.
"Cuando te cortas o tienes una herida, éstas son las células que intervienen en la reparación", explica el doctor Dietz.
Existe la posibilidad de que las células madre mesenquimales puedan inhibir el sistema inmune de manera segura en un área determinada para prevenir la destrucción de los islotes mientras los ayuda a reparase, explicó el doctor Dietz. Señaló que los nuevos estudios podrían comenzar pronto si los fondos se encontrasen disponibles.
Trabajar en busca de la cura
Aunque la familia de Caroline comenzó a rezar por una cura el día que supieron que padecía diabetes, comenzaron a trabajar en ello cuanto antes.
Meses luego del diagnóstico, la familia fundó Team Caroline y participó en Walk to Cure Diabetes de la Juvenile Diabetes Research Foundation en San Diego. Alrededor de 15 amigos y familiares se unieron. Durante los últimos seis años, su participación creció y el año pasado 100 personas usaron camisetas verdes y caminaron con ellos por Mall of America en Minnesota para crear conciencia y reunir fondos para contribuir con la investigación.
Su meta era 15 000 dólares. Se excedieron por más del 20 %.