Lawrence y Marilyn Matteson

Aprovechar el éxito para ayudar a los niños que luchan contra el cáncer

Escrito por el personal de Mayo Clinic

Con una donación a Mayo Clinic Proton Beam Therapy Program (Programa de Terapia con Rayos de Protones de Mayo Clinic), Lawrence y Marilyn Matteson esperan ayudar a los niños a vencer al cáncer.

No muchos hombres saben cómo despellejar una mofeta y vender el cuero, reparar un tractor, cortar madera comercial, ordeñar una vaca, dragar un lago, construir un torno y acordarse de llamar a sus esposas cada día.

Pero Lawrence Matteson sí sabe.

Lawrence recuerda caminar por las líneas de trampas a lo largo del río Skunk cuando era un niño. Cada mañana, él y su hermano seguían las sinuosas riberas del río, cazando y recolectando animales en el camino. Al final de la línea se encontraba la escuela de una sola sala, y cada mañana, la maestra de los niños reunía sus armas y los animales cazados y los guardaba en un cobertizo hasta que la clase del día terminaba.

En aquel entonces, Lawrence no podía comprender el viaje de su vida y la forma en que las habilidades que aprendió trabajando en la granja familiar incidirían en su futuro. Su atención se centraba más en vender el cuero que había despellejado y la cena que su madre preparaba con lo que sus hijos obtenían en las excursiones de caza.

"Comíamos muchos pasteles de mirlo", recuerda Lawrence, mientras su pasado atisba en sus ojos de 83 años. "Mi madre podía cocinar cualquier cosa que lleváramos a casa. Ardillas. Conejos. Era una mujer extraordinaria".

Lawrence y su hermano, Gene, que crecieron en el sur de Iowa a lo largo de un afluente del Mississippi, donde exploraban el campo durante horas y horas, experimentaron una libertad que pocos niños comprenden en la actualidad.

"Nos entreteníamos solos", cuenta Lawrence, y recuerda que su madre siempre sabía que sus hijos estaban al lado de las vías cuando escuchaba el sonido del silbato del tren a la distancia.

El trabajo arduo da resultados

Y si bien Lawrence recuerda con cariño el cielo azul del verano y los paseos en el campo, también recuerda el trabajo arduo y las maquinarias inestables. Mientras asistían a la escuela secundaria, los hermanos se hicieron cargo de las tareas de la granja cuando su padre se fue a trabajar para el ferrocarril, y era su responsabilidad mantener los equipos para que funcionaran sin problemas. “Reparábamos los tractores, les quitábamos los pistones y las bielas, y los reconstruíamos completamente desde cero”, recuerda Lawrence.

Más adelante, cuando los hermanos se hicieron cargo de la granja familiar, construyeron su propio equipo para la tala y abrieron una empresa maderera en la temporada baja. En busca de una forma de dejar la actividad agrícola y sacar provecho de sus habilidades mecánicas, Lawrence comenzó a trabajar con maquinaria pesada en una planta local de fertilizantes. Cuando la empresa le sugirió que comprara una draga y dragara el puerto, Lawrence hizo lo que siempre hacía, renovó una máquina antigua y se fue a trabajar. En poco tiempo, compró otra draga y expandió su negocio.

"Simplemente creció", cuenta Lawrence. Y creció. L.W. Matteson Inc. se convirtió en una de las mayores empresas de dragado de agua dulce y construcción marina de los Estados Unidos. Aproximadamente 40 años después de comprar la primera draga, Lawrence, junto con su hijo Larry, vendió la empresa por $45 millones.

Innovación y trabajo en las trincheras

Cuando lo piensa bien, Lawrence atribuye gran parte de su éxito a una combinación de las habilidades y la ética laboral que adquirió en la granja y al aceptar trabajos de alto riesgo que muchos contratistas evitaban, como quitar millones de yardas cúbicas de arena y limo empujándolos a través de enormes tuberías portátiles de más de una milla de largo.

"Mi mayor ventaja en el dragado era que no sabía nada sobre esa actividad", cuenta Lawrence. "Por ende, no tenía las limitaciones que otros se imponen a sí mismos cuando piensan que algo no se puede hacer".

"Afortunadamente", agrega con una sonrisa, "me fue bien".

A menudo, Lawrence trabajaba en los equipos codo a codo con los mecánicos. "Muchas personas buenas trabajaron conmigo", menciona Lawrence. "Es muy útil para el negocio si los muchachos saben que puedo hacer todo lo que ellos pueden hacer con los equipos".

Lawrence, innovador de corazón, con frecuencia diseñaba y construía maquinarias para realizar trabajos de enormes proporciones y afrontar los problemas que surgieran. Junto con su equipo, Lawrence trabajaba jornadas de 12 horas a lo largo del río Mississippi. Las largas horas de trabajo no dejaban mucho tiempo para la familia, aunque cuando agradece por todo lo que tiene, Lawrence siempre incluye a su esposa desde hace más de 30 años, Marilyn, sus tres hijos, siete nietos y siete bisnietos.

Siempre llama a tu esposa

Si bien Lawrence vendió su empresa, continuó participando como asesor. Al igual que ha hecho durante toda su carrera, Lawrence se va a trabajar cada lunes por la mañana y vuelve a su casa el viernes por la tarde. “Por eso seguimos casados”, bromea Marilyn. Si bien la distancia puede hacer que crecer el cariño, una llamada cariñosa del esposo cada noche no viene mal.

En 2009, Lawrence se vio obligado a dejar de trabajar cuando le diagnosticaron cáncer de próstata. Lawrence y Marilyn, pacientes de Mayo Clinic de toda la vida, pasaron nueve semanas en Rochester, Minnesota, mientras Lawrence recibía tratamiento en el Centro Oncológico Integral de Mayo Clinic.

Mientras sonríe, él dice: “Es el tiempo más prolongado que hemos pasado juntos”. Poniendo su mano sobre la de él, Marilyn guiña el ojo y dice: “E incluso funcionó”. Y añade: “Una de las cosas que más me impresionó en Mayo fue que a Larry le realizaban una prueba y tenía los resultados para el final del día. Nunca tuvimos que esperar para consultar a un especialista o recibir una respuesta”.

Ocuparse del cáncer

La experiencia de los Matteson en el Centro Oncológico Integral de Mayo Clinic y la comprensión innata de Lawrence sobre la maquinaria potente y la construcción compleja atrajeron a la pareja al Programa para Rayo de Protones de Mayo Clinic, que albergará a dos aceleradores de partículas en dos campus. Solamente en el proyecto de Rochester, se utiliza suficiente acero estructural como para igualar el peso de casi 10 esculturas como la Estatua de la Libertad.

La donación de los Matteson al programa, presentado en 2015 en Rochester y en 2016 en Arizona, ayuda a ofrecer la forma más precisa de radioterapia. A diferencia de la radioterapia convencional, el haz de protones evita dañar el tejido sano y, a la vez, trata de forma segura el cáncer cercano a órganos esenciales. Es especialmente beneficioso en el caso de los niños, cuyos huesos y tejidos aún están en crecimiento.

“Esta tecnología beneficiará considerablemente a los niños que luchan contra tipos terribles de cáncer”, afirma Marilyn. “No tendrán los efectos residuales que pueden afectarlos durante el resto de su vida, como podría ocurrir con la radioterapia convencional. Eso es algo que deseamos apoyar”.

Gracias a la generosidad y a los donantes como los Matteson, los benefactores brindan esperanza y sanación. Infórmate más sobre el Programa para Rayo de Protones de Mayo Clinic.