Las familias que conviven con la enfermedad de Alzheimer recientemente se desayunaron con titulares devastadores en los periódicos: otro medicamento muy promocionado fracasó en los ensayos clínicos.
El ensayo EXPEDITION3 del fabricante de medicamentos Eli Lilly analizó un anticuerpo, una molécula que utiliza el sistema inmunitario para combatir la enfermedad, llamado solanezumab.
Este medicamento experimental buscaba eliminar proteínas dañinas en el cerebro que se convierten en los pilares para el amiloide, un distintivo molecular de la enfermedad de Alzheimer. Al igual que el moho del jardín que priva a una hoja de nutrientes clave, las proteínas amiloides se forman en grupos pegajosos de placa que matan las células cerebrales, y así evitan la formación de nuevos recuerdos.
Sin culpar al fabricante del medicamento por sus esfuerzos, los informes de los medios de comunicación sobre los resultados del ensayo, sin embargo, expresaron diferentes grados de desesperación, al revelar la naturaleza de lo que está en juego al encontrar una verdadera cura para la enfermedad de Alzheimer. Sin una intervención efectiva, se estima que la cantidad de estadounidenses de 65 años o más que viven con Alzheimer casi se triplicará, de 5.2 millones en la actualidad a 13.8 millones, en 2050, según la Alzheimer's Association (Asociación para el Alzheimer). Mientras tanto, se espera que los costos de la atención médica en Estados Unidos relacionados con la enfermedad aumenten en un 360 por ciento a más de un billón de dólares, lo cual pone a Medicare, Medicaid y la economía mundial en una situación difícil.
A pesar de los contratiempos y las estadísticas, una persona que mantiene su optimismo es el neurólogo de Mayo, el Dr. Ronald C. Petersen, Ph.D. Además de dirigir el Alzheimer's Disease Research Center (Centro de investigación de la enfermedad de Alzheimer) de Mayo Clinic, el Dr. Petersen fue designado como miembro de varios consejos asesores nacionales e internacionales encargados de buscar una respuesta a lo que él llama trastorno que define a nuestra generación.
Con esa perspectiva interna, el Dr. Petersen tiene un mensaje claro para los pacientes y sus familias que leen las últimas noticias sobre el Alzheimer con temor: no pierdan las esperanzas.
Saber más, intentar más
Ronald C. Petersen, M.D., Ph.D., es el director de Chester and Debbie Cadieux del Centro para la Investigación sobre la Enfermedad de Alzheimer de Mayo Clinic y el director del Estudio del Envejecimiento de Mayo Clinic. Obtuvo el reconocimiento como investigador distinguido de Mayo Clinic y es titular de la cátedra de Cora Kanow en la Investigación de la Enfermedad de Alzheimer.
"Sabemos mucho más que antes sobre la biología de la enfermedad; es decir, sabemos sobre la proteína amiloide, cómo se deposita, dónde está y ahora, en gran medida, cómo deshacernos de ella", comenta el Dr. Petersen.
Señala que varios ensayos clínicos planificados o en curso adoptan diferentes enfoques para orientarse hacia las causas fundamentales de la enfermedad de Alzheimer. Al igual que el ensayo de Eli Lilly, algunos ensayos clínicos involucran anticuerpos que atacan a la proteína amiloide en diferentes puntos de su desarrollo. Otros ensayos investigan los inhibidores de enzimas que impiden el proceso de desarrollo de la amiloide por completo.
Si bien la amiloide atrajo la mayor atención de las compañías de biotecnología, el Dr. Petersen reconoce que la reciente serie de fallas de medicamentos puede dar lugar a más tratamientos dirigidos hacia una proteína llamada tau. Si la amiloide es un moho de jardín apelmazado en las hojas de una planta, tau es una maleza invasiva que forma una maraña en el cerebro y bloquea los nutrientes necesarios que no llegan a las neuronas cerebrales. Por lo general, las áreas afectadas son esenciales para el desarrollo de la memoria.
Según el Dr. Petersen, evaluar ideas nuevas es una medida positiva. Comenta que la comunidad de investigación se beneficiará a partir de la diversificación de sus estrategias de tratamiento para tratar la complejidad de la enfermedad de Alzheimer.
"La enfermedad de Alzheimer no es una sola célula que falló y que podría reemplazarse y curarse con células madre", dice el Dr. Petersen. "La enfermedad de Alzheimer es una falla sistémica del cerebro".
No obstante, hay otra pregunta, una que es de vital importancia para una enfermedad que no suele afectar hasta después de los 65 años: ¿de qué manera la investigación puede predecir si el sistema fallará y cuándo?
"Una gran crítica es que comenzamos demasiado tarde en el proceso de la enfermedad", dice el Dr. Petersen. En muchos ensayos clínicos, para cumplir con los criterios de inscripción, los pacientes ya deben tener registrada la presencia de la amiloide en el cerebro y los síntomas clínicos de la enfermedad de Alzheimer. En ese momento, el daño en el cerebro puede ser irreversible y convierte a las terapias prometedoras en elementos inútiles.
"Es como si disminuyéramos el nivel de colesterol cuando se está sufriendo un ataque cardíaco, y no 10 o 15 años antes", dice el Dr. Petersen. "Como existe la posibilidad de que algunos de estos medicamentos realmente funcionen, pero se están usando demasiado tarde en el proceso de la enfermedad, el campo se orienta hacia una intervención cada vez más anticipada".
Demanda de experiencia
A medida que aumenta la presión para encontrar el periodo ventana óptimo de tratamiento para la enfermedad de Alzheimer, los científicos están recurriendo a Mayo Clinic en busca de la experiencia que ahora tiene una gran demanda: las incomparables capacidades de investigación de Mayo en predicción y prevención.
Para diseñar ensayos clínicos más efectivos y reclutar a los pacientes adecuados, los científicos necesitan modelos de riesgo que predigan quiénes desarrollarán la enfermedad de Alzheimer y en qué momento de su vida. Estos modelos de riesgo requieren diagnóstico por imágenes y datos biológicos sobre grandes poblaciones de personas a medida que envejecen con el tiempo.
Debido a un sistema único de vinculación de registros médicos en el Condado de Olmsted, Minnesota, Mayo Clinic puede llevar a cabo esta investigación poblacional a través del Mayo Clinic Study of Aging (Estudio del Envejecimiento de Mayo Clinic). El estudio recluta una muestra aleatoria de voluntarios locales del estudio de 30 a 90 años de edad para comprender mejor las proteínas amiloide y tau, así como otros biomarcadores relacionados con la demencia mucho antes de que un individuo se vuelva sintomático.
La información del Mayo Clinic Study of Aging (Estudio del Envejecimiento de Mayo Clinic) que se está volviendo más valiosa para la comunidad de investigación incluye datos poblacionales sobre individuos que están apenas por debajo de ciertos umbrales positivos para los biomarcadores; por ejemplo, pacientes que hoy en día darían negativo en las pruebas de amiloide, pero que eventualmente llegarían a ser positivos para la proteína amiloide en un marco de tiempo determinado.
"Aquí es donde entran en juego muchas de las investigaciones de Mayo: ¿En qué etapa de la vida comienzan a salir mal las cosas? Entonces podemos transmitir esta información a la comunidad terapéutica. Dado que esta persona tiene estos antecedentes, se debe intervenir a los 50, 55 o 60 años".
Un resquicio de esperanza
Combinando el progreso de las nuevas terapias con el creciente impulso de la intervención temprana, el Dr. Petersen ve un resquicio de esperanza en el ensayo de solanezumab. "Consideremos que en el ensayo de solanezumab se inscribieron personas que presentaban amiloide en el cerebro.
Ese fue uno de los primeros estudios en el cual se hizo", dice el Dr. Petersen. "Gracias a los avances en el desarrollo de biomarcadores, en el futuro, casi todos los estudios preguntarán a los pacientes: '¿Tienes el objetivo al que el medicamento está apuntando?'. En caso afirmativo, la pregunta será la siguiente: '¿Cuándo deberíamos hacer la intervención?'. Los ensayos se adelantan cada vez más".
A medida que los ensayos clínicos se vuelvan más sofisticados, las curas definitivas para la enfermedad de Alzheimer aparecerán, cree el Dr. Petersen.
"Por ejemplo, si la investigación demostrara que los anticuerpos realmente funcionan, desarrollaríamos una vacuna contra la enfermedad de Alzheimer. De esa manera, los pacientes no necesitan infusiones invasivas y costosas por el resto de su vida a partir de los 45 años aproximadamente", dice el Dr. Petersen. "Con una vacuna, el cuerpo desarrolla sus propios anticuerpos, igual que con la vacuna contra la polio".
Con imaginación y perseverancia, la comunidad investigadora seguirá adelante, concluye el Dr. Petersen. Y llegará el día en que los periódicos muestren un titular diferente: un punto de inflexión largamente esperado en el viaje para terminar con la enfermedad de Alzheimer.
Mayo Clinic nunca dejará de buscar respuestas a las enfermedades que suponen mayor urgencia en el mundo. Respalda nuestros esfuerzos hoy.
Superestrellas de la ciencia traslacional
De izquierda a derecha: Walter A. Rocca, M.D., Michelle M. Mielke, Ph.D., Clifford R. Jack, M.D., Ronald C. Petersen, M.D., Ph.D., David S. Knopman, M.D., Rosebud O. Roberts, M.B., Ch.B., Bradley F. Boeve, M.D., Val Lowe, M.D.
Ronald C. Petersen, M.D., Ph.D., señala que la reputación líder de Mayo Clinic en la investigación de la enfermedad de Alzheimer no se debe únicamente a él.
En todo caso, destaca la labor del grupo de médicos y científicos de Mayo Clinic que estudian el Alzheimer y la demencia. Los expertos en neuropatología, ciencias básicas, genética, neuroimagen y ciencias de la población intercambian sus descubrimientos sin problemas, de modo que cada uno pueda aplicar la rigurosidad de su especialidad para impulsar los posibles avances hasta la meta final: la administración en el paciente.
Esto se llama ciencia traslacional y hace posible gran parte del trabajo del Dr. Petersen en ciencias de la población. Por ejemplo, estudiar el amiloide y la tau en los participantes del Mayo Clinic Study of Aging (Estudio de la vejez de Mayo Clinic) requirió avances significativos en las técnicas de neuroimagen para que los investigadores puedan ver la evolución de estas proteínas con el tiempo en las personas vivas a medida que envejecen. Esos avances en neuroimagen se construyen a partir del trabajo de científicos de ciencia básica que revelan la verdadera naturaleza de los responsables de las enfermedades, como el amiloide, la tau y los factores genéticos.
Y finalmente, los patólogos que examinan los tejidos cerebrales póstumos encuentran las anomalías iniciales genéticas o de biomarcadores que dan pie al trabajo de todo el equipo.
"La gente siempre habla de la investigación traslacional, tomando los hallazgos de la ciencia básica del laboratorio y aplicándolos en la clínica a los pacientes", dice el Dr. Petersen. "Esto es realmente para lo que está hecha Mayo Clinic".