“Si uno piensa que existe un propósito en la vida que va más allá de uno y sus deseos, todo cobra sentido. La vida no gira alrededor de uno”, comenta el Dr. Fischer.
El pediatra Phil Fischer, M.D., inmediatamente reconoce que fue una idea loca y extraña.
Estaba pasando las visitas pediátricas con los médicos residentes y estudiantes de medicina, mientras hablaban sobre la insuficiencia renal de un paciente. Un estudiante dijo en broma que si un compañero donaba un riñón, obtendría una mejor calificación. El Dr. Fischer comenzó a reírse pero se dio cuenta de que no era gracioso: ¿por qué no estaba él mismo donando un riñón? El médico dedicaba su tiempo como voluntario en la iglesia. Viajaba a países de bajos recursos para ayudar a otros. ¿Por qué esto sería diferente?
"En ese preciso momento, lo tomé como algo personal", dice el Dr. Fischer. "No sé por qué se me metió la idea en la cabeza. Pero de alguna forma sucedió".
Habló con colegas y con su esposa. Todos lo apoyaron. Sabía que había riesgos, pero no muchos más de los que se corren al conducir un automóvil. También sabía que, estadísticamente, las personas que donan riñones viven más tiempo que las que no lo hacen, no porque sea beneficioso, sino porque los candidatos tienen que estar muy sanos para donar. Además, tenía algunos días extra de vacaciones acumulados.
Desafortunadamente, no hubo compatibilidad con el paciente pediátrico, pero hay más de 80.000 personas que esperan un riñón, de las cuales 4500 morirán esperando este año.
Pronto el Dr. Fischer se encontró a sí mismo atravesando un proceso de selección minucioso: análisis de sangre, exámenes físicos, exámenes psicológicos, etc. Después de obtener excelentes resultados en todas las pruebas, los médicos le extirparon el riñón mediante cirugía laparoscópica, una técnica de invasión mínima que reduce el tiempo de recuperación.
"En principio, no es muy distinto de donar sangre", señala el Dr. Fischer, aunque otros puedan cuestionar esa opinión. (Irónicamente, el Dr. Fischer no puede donar sangre porque su trabajo filantrópico en países en desarrollo lo expone a un alto riesgo de contraer malaria).
El Dr. Fischer volvió a su casa el día después de la cirugía. Aproximadamente a la semana ya caminaba alrededor de una milla (1,6 kilómetros). El dolor "no fue gran cosa; probablemente haya tomado algunos comprimidos en el hospital, pero ninguno en casa". A las dos semanas, su recuperación se estancó un poco. Los médicos le habían dicho que pasarían alrededor de seis semanas hasta que su cuerpo se acostumbrara a funcionar con un solo riñón, pero el Dr. Fischer pensó que su caso podría ser diferente. No lo era.
Durante los primeros meses, el Dr. Fischer no habló sobre su donación. Sabía que era extraño y no quería que hubiera confusión acerca de su motivación para hacerlo: lo hizo para ayudar a otro, no para llamar la atención. Pero sus médicos y su pastor lo instaron a que se lo contara a los demás. Dijeron que su historia podía inspirar a otras personas a hacer lo mismo.
El Dr. Fischer cree en la vida con propósito, cuyo principio fundamental es "No se trata de ti".
"Si uno lo mira desde la perspectiva de que hay un propósito en la vida más allá de uno mismo y de lo que uno desea, esto tiene sentido", expresa. "La vida no se trata solo de mí".
Hasta la fecha, cinco empleados de Mayo Clinic han donado un riñón. Con la difusión de la historia del Dr. Fischer, el Centro William J. von Liebig de Trasplante de Mayo Clinic recibió muchas más consultas de los empleados.
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