“Los pacientes vienen a Mayo Clinic con esperanza. Quieren que Mayo Clinic les brinde las soluciones que no podrían conseguir en otro lugar”, dice Keith Stewart, M. B., Ch. B.
Estaba del otro lado del mundo, haciendo las prácticas en la guardia de trasplante de médula ósea de Glasgow Royal Infirmary. Allí, presenció cómo adultos jóvenes en la flor de la edad luchaban contra la crueldad de los cánceres de la sangre, que con frecuencia son mortales, y contra los atroces efectos secundarios del tratamiento. Pero el pasante también fue testigo de la compasión de los médicos, la voluntad de los pacientes y la clara necesidad de mejores tratamientos. Así que dedicó su vida a combatir los cánceres de la sangre.
"El cáncer está impulsado por el daño genético, y durante mi capacitación en hematología, aprendí que determinar la genética alterada que existe detrás de la enfermedad es muy importante", dice Keith Stewart, M.B., Ch.B. "Fui a Boston a trabajar en investigación; allí secuenciamos genes individuales en una época (ahora parece la Edad Media) en la que era algo muy difícil de hacer. A principios de la década de 1990, podíamos leer un gen por mes, si teníamos suerte".
Ahora, 25 años después, el Dr. Stewart es un renombrado investigador en mieloma múltiple. Además, la secuenciación de todo el conjunto de más de 20.000 genes de una persona (conocido como genoma) demora apenas un día o dos.
El Dr. Stewart aporta su pasión a su nuevo rol como director de la cátedra Carlson and Nelson del Centro para Medicina Personalizada. Este centro representa la iniciativa principal de Mayo Clinic para trasladar la promesa de la secuenciación genómica a la atención diaria de los pacientes. El Dr. Stewart sucedió al director interino Richard Weinshilboum, M.D., profesor de Genómica del cáncer en la cátedra Mary Lou and John H. Dasburg, y al director anterior Gianrico Farrugia, M.D., quien se convirtió en el CEO de Mayo Clinic de Jacksonville, Florida, el 1 de enero de 2015.
"El centro atravesó un período fenomenal de crecimiento y construcción de infraestructura", cuenta el Dr. Stewart. "La próxima fase de esta misión emocionante será aplicar lo que hemos construido a la práctica clínica de todos nuestros médicos. Me encantaría que todos y cada uno de los pacientes de Mayo Clinic pudieran beneficiarse con alguna forma de medicina personalizada en la próxima década, sin importar en qué etapa de la vida estén, ya sea que estén sanos y quieran seguir así o que estén enfermos y necesiten de nuestra ayuda.
"Los pacientes vienen a Mayo Clinic con esperanza. Desean que Mayo Clinic les proporcione soluciones que tal vez no obtendrían en otro lado. Es claro y previsible que, más adelante, estas soluciones incluirán la genómica, que revolucionará nuestra capacidad de cuantificar mejor los riesgos, diagnosticar las enfermedades de manera precoz, seleccionar o descartar una intervención, mejorar la seguridad de los tratamientos y reducir los costos en el sistema. En otras palabras, ofrecer un valor real a su atención".
El Dr. Stewart piensa que, como el precio del secuenciamiento disminuye año tras año, es inevitable que algún día todos obtengan un secuenciamiento de su genoma como parte de la atención de rutina. No obstante, antes de que eso ocurra, su misión es asegurarse de que Mayo Clinic lidere este campo en rápida evolución, para comprender todo aquello que nos revela el genoma.
El Dr. Stewart, profesor de la cátedra Vasek y Anna Maria Polak de Investigación sobre el Cáncer, utiliza como ejemplo su trabajo con talidomida, un medicamento muy conocido, utilizado originalmente para el insomnio y las náuseas matinales. Se comercializaba para las embarazadas a finales de la década de 1950 y principios de la década de 1960, cuando el público descubrió que el medicamento provocaba terribles defectos congénitos y se lo retiró del mercado.
El Dr. Stewart escribió acerca de la talidomida en la revista Science el año pasado. "La historia de la talidomida, que comenzó hace 55 años, es de estilo shakespereano en su alcance, repleto de consecuencias involuntarias, tragedia, resiliencia, personajes obligados y redención... Menos conocido fue el resurgimiento de su uso como tratamiento para la neoplasia hematológica".
Años después de que la talidomida fuera retirada del mercado, los médicos (incluido el Dr. Stewart) descubrieron que era eficaz para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer de la sangre, aunque no tenían idea del porqué. Pero una vez que los investigadores pudieron ver cómo el medicamento interactúa con nuestros genomas, se hizo evidente.
"La investigación genómica lo explicó todo", afirma el Dr. Stewart. "Explicó por qué el medicamento llegó al mercado y se lo consideró seguro al principio: porque aprendimos que los ratones no tenían los genes correctos para que el medicamento funcionara, de modo que no los expuso a los terribles defectos congénitos que se observaron en seres humanos. Explicó por qué el medicamento perjudicó embarazos, por qué activa el sistema inmunitario, por qué las células cancerosas mueren después del tratamiento, y explica por qué algunas personas responden al tratamiento y otras no. Todo se debe a la interacción entre el medicamento y los genes".
Basados en la nueva comprensión genética de la respuesta, el Dr. Stewart y sus colegas de todo el mundo estudiaron un derivado moderno de la talidomida, llamado lenalidomida. La combinaron con otros dos fármacos conocidos para combatir el cáncer y la utilizaron para tratar a 800 personas con mieloma múltiple. Casi 9 de 10 pacientes respondieron al tratamiento, lo que superó a un régimen diferente, considerado el estándar de atención.
"Solo en los últimos dos años, contribuimos aquí, en Mayo Clinic, a la comprensión de por qué estos medicamentos funcionan, gracias al uso de técnicas genómicas", dice el Dr. Stewart. "Ahora Mayo está desarrollando una prueba que podemos utilizar para saber si una determinada persona responderá o no a estos medicamentos. Eso sí es medicina personalizada".
Treinta años atrás, cuando el Dr. Stewart hacía sus prácticas, el índice de supervivencia con mieloma múltiple era de tres años, en promedio. Hoy ese índice de supervivencia se ha triplicado, y cada vez más pacientes se curan sin los efectos secundarios de la quimioterapia antigua. El Dr. Stewart confía en que, con el uso del genoma para individualizar tratamientos, combinar los medicamentos adecuados con el paciente correcto, en el momento oportuno, y descubrir nuevas grietas en la coraza del cáncer, las necesidades no satisfechas y el sufrimiento innecesario de muchos pacientes con cáncer empezarán a ser tan solo un mal recuerdo.
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