Constance Furcolo

“No olvidas a la gente así”

Escrito por el personal de Mayo Clinic

Cada palabra fue como un golpe. Tumor. Cáncer. Urgente.

Lo que sucedió después para Constance Furcolo en el consultorio de un médico de Chicago cambió el rumbo de su vida.

"Voy a llamar a Mayo Clinic", dijo su médico. Mucha gente encuentra esperanza y curación en Mayo. Pocos encuentran tanta fuerza y deseos tan duraderos de ayudar a los demás en dos experiencias de hace más de 60 años.

Encontré apoyo

Connie llegó a Mayo Clinic en 1954. Dwight D. Eisenhower estaba en el segundo año de su presidencia. La primera pareja poderosa de la televisión (Lucille Ball y Desi Arnaz) protagonizaba el célebre programa I Love Lucy. Las pruebas a gran escala de la vacuna contra la poliomielitis comenzaban en las escuelas. En Rochester, el edificio Mayo, pensado para 10 pisos, estaba en construcción.

En Mayo, Connie conoció a James Priestley, M.D., Ph.D., quien trabajaba con su equipo para eliminar el cáncer. "Por fin, había encontrado apoyo. Uno no olvida a la gente así", recuerda Connie, cuyos ojos brillan al describir el alivio y el sentido de tener un propósito que el Dr. Priestley y sus colegas inspiraron en ella. "Me quitaron el bulto y me dijeron que estaría bien.

"Se podría decir que el tiempo les dio la razón".

Aprovechar oportunidades

Connie pasó sus años de juventud en movimiento. Su padre trabajó para el Treasury Department (Departamento del Tesoro) con transferencias que reubicaron a la familia tan a menudo que asistió a 28 escuelas primarias y secundarias.

Su única constante fue la Metropolitan Opera (Ópera Metropolitana) en Nueva York. Dondequiera que viviera Connie, podía recibir las transmisiones de radio del Met los sábados por la tarde. De adolescente, se fue sola en tren desde Jacksonville, Florida, a Chicago.

"Me encantaba cantar. Cuando llegué a Chicago en 1946, fui aceptada en el Chicago Conservatory of Music (Conservatorio de Música de Chicago), donde continué mis estudios vocales". También encontró un trabajo en una compañía de audífonos debido a que la nueva tecnología estaba transformando la industria y los negocios despegaron.

Posteriormente, se mudó a la ciudad de Nueva York donde tuvo una audición para el Met. Allí recibió una oferta para estudiar la voz en el Teatro alla Scala en Milán, Italia, pero ella la rechazó. "Tenía que trabajar para llegar a fin de mes".

Aunque no se convirtió en cantante de ópera, Connie mostró un tono perfecto en el las oportunidades y las selecciones de su carrera. Mientras estuvo en Nueva York, se desarrolló sobre la base de su experiencia previa en el negocio de los audífonos. Promediando los 20 años, estaba administrando tres sucursales de una compañía de audífonos de Nueva York. Luego, la reclutaron para abrir una franquicia de audífonos en el área de Washington, D.C., y luego se mudó a Minneapolis como una de las propietarias de una compañía que diseña y fabrica productos electrónicos.

"Avanzas. Aprovechas las oportunidades", dice.

Pero el éxito en los negocios afectó su salud.

La llamada de atención

En 1955, menos de un año después de esquivar el miedo al cáncer, Connie regresó a Mayo Clinic.

"Estaba agotada, trabajaba las 24 horas del día y nunca me tomaba vacaciones. Mi cuerpo simplemente llegó al límite. Unos amigos me llevaron de Minneapolis a Rochester en medio de la noche".

"En Mayo Clinic", dice, "vi una multitud de médicos. Dijeron: 'Cambia tu vida o sufrirás una crisis nerviosa'".

Connie buscó tranquilidad en el personal y luego pidió ver al Dr. Priestley. Su equipo de atención médica estaba feliz de poder ocuparse.

Entró a la habitación y dijo: "Hola, Connie. ¿Por qué estás aquí?". Y la escuchó atentamente. Su consejo después de escuchar la historia de Connie fue: "Escucha lo que dicen los médicos".

Cómo hacer el trabajo

Connie siguió el consejo de Mayo y cambió el curso de su vida. Vendió su negocio en Twin Cities y se mudó del Medio Oeste. Su carrera profesional continuó en camino ascendente. Se desempeñó como oficial de una compañía de seguros y vicepresidenta de una firma de corretaje de bolsa. Dirigía uno de los fondos de pensiones sindicales más grandes del país. Mientras trabajaba a tiempo completo, obtuvo un título en la Columbia University School of Business Administration (Escuela de Administración de Empresas de la Universidad de Columbia). Terminó su carrera como ejecutiva en John Hancock Financial Services.

"Dondequiera que iba, era prácticamente la única mujer. Nunca pensé en ello. Simplemente hacía el trabajo", dice Connie.

Sin embargo, a pesar de este ritmo, logró el equilibrio que el Dr. Priestley y sus colegas recomendaron. Se hizo tiempo para apoyar a los niños sordos y animar a los jóvenes a seguir carreras en las artes escénicas. Escribió artículos y dio conferencias sobre planificación financiera, a la vez que formaba parte de los consejos de asociaciones nacionales e internacionales de planificación financiera. Los amigos, los libros, la música y los viajes la enriquecieron.

Más tarde en su vida, conoció a un hombre con quien compartirlos, Foster Furcolo. Foster había servido en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y era el exgobernador de Massachusetts.

"Nos amamos y nos respetamos", dice Connie, describiendo el vínculo que compartieron desde su matrimonio en 1980 hasta su muerte en 1995. "Teníamos mucho de qué hablar".

Un momento en el tiempo

Ahora retirada, Connie continúa su amor por el aprendizaje. Ella permanece activa administrando carteras de inversión para media docena de amigos. Connie combina su experiencia financiera con una pasión por apoyar a Mayo Clinic. Además de brindar apoyo anual, nombró a Mayo como beneficiario de su fideicomiso caritativo. Este tipo de donación le permite al benefactor retener el control de los activos durante su vida, y finalmente los transfiere para avanzar en la misión humanitaria de Mayo.

Connie no ha visitado Mayo Clinic desde 1955, pero Mayo sigue siendo una prioridad. Le gusta leer sobre las iniciativas de Mayo en la atención al paciente, la investigación y la educación. Cuando se le pregunta qué significa Mayo Clinic para ella, regresa a la habilidad y compasión del Dr. Priestley, quien le brindó aliento y sentido de orientación cuando más lo necesitaba.

Dice: "He conocido a muchos médicos en mi vida, pero nunca a uno como él".

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El cirujano de cirujanos

Cuando Connie Furcolo aceptó someterse a cirugía en 1954 después de conocer a James Priestley, M.D., Ph.D., y a su equipo, tenía una lista de resultados que esperaba obtener. Recuerda que el Dr. Priestley escuchó cada uno de sus requisitos con atención. Él le respondió amablemente y con un toque de humor: "¿Crees que eres Dios?".

Connie no cedió ni un poquito. Más tarde, acostada en una camilla de camino a la cirugía, le recordó al Dr. Priestley su lista.

"Recuerda lo que te dije", le advirtió.

"Sí, Dios…" y llegó la respuesta deferente y una sonrisa.

El ingenio del Dr. Priestley era solo una de sus extraordinarias habilidades. Los compañeros lo llamaban "el cirujano de cirujanos" cuyas innovaciones incluyeron la realización de la primera extirpación total del páncreas del mundo. Estuvo al mando de un hospital militar en el frente del océano Pacífico en la Segunda Guerra Mundial y se desempeñó como director ejecutivo de Mayo Clinic.

"Si tuviera que elegir una sola cualidad por la que todos adoraban al Dr. Priestley… era su actitud hacia los pacientes", según un artículo de la revista The Mayo Alumnus (Exalumnos de Mayo Clinic) publicado tras su muerte en 1979.

El Dr. Priestley, que fue parte del personal de Mayo Clinic durante 35 años, capacitó a generaciones de médicos con la siguiente máxima: "Si el cirujano no es cuidadoso, hablará del paciente como 'la estenosis del conducto biliar común en la cama seis' en lugar de 'la Sra. Thompson, la madre de cuatro hijos'".

En 1965, el personal de Mayo Clinic y los exalumnos cirujanos crearon Priestley Society (Sociedad Priestley). Promueve los ideales del Dr. Priestley en el arte y la ciencia de la cirugía.

Lo que más recuerda Connie es la compasión del médico hacia ella.

"Cuando me desperté en la habitación del hospital, el Dr. Priestley y un séquito de médicos y enfermeros estaban allí", recuerda. "Dijo que la operación había salido bien, pero que estaba preocupado por el vendaje. Le dijo al personal que, como yo era pelirroja, era probable que tuviera una piel delicada y más sensible al dolor, así que deberían usar una cinta quirúrgica que no me lastimara.

"Fue tan importante para mí que el personal de Mayo Clinic tuviera ese nivel de consideración. Hace que quiera ayudar a Mayo para que el personal pueda brindar ese tipo de atención a otras personas".